sábado, 11 de abril de 2015

¿Cómo arreglar un cristal demasiado pequeño?

Hace unas semanas se rompió por segunda o tercera vez el cristal de la mesa del salón de casa de mi madre, y mi madre para no perder la inversión hecha en esa mesa, decide comprar otro y le pide a mi hermana que está en casa que tome las medidas... Todo bien, hasta aquí todo idílico, ¿cuál puede ser el problema, os preguntaréis?

Aquí tenemos la mesa sin cristal o con el cristal increíblemente limpio, tal y como le hago creer a los invitados.

Pues bien, mi hermana tomó las medidas pero midió solo el agujero de la mesa, no teniendo en cuenta que necesitaba medir también los contornos de alrededor donde debe ir apoyado el cristal. ¿Resultado? Faltan dos centímetros de cada lado. 

(Atención: escalofriantes imágenes.)


Después de la tensión, de las noches sin dormir, de los días mirando a un punto fijo, de las agujetas en el brazo de no poder dejar el vaso encima de la mesa... ¡di con la solución! Llamé a mi madre con las lágrimas en los ojos: "Madre, yo me encargaré de todo, yo os sacaré de ésta, no sufráis mais" y colgué el teléfono. E hice lo siguiente con muchísimo mérito y maestría (teniendo en cuenta mis escasos conocimientos de bricolaje no está mal):

Me agencié dos listones de madera (no son de la misma madera, pero eso no es un problema para una genia del bricolaje). Asimismo me apresuré a encontrar el martillo y la cinta métrica (al final esta última no la utilicé, como veréis en los resultados).

Busqué en lo más recóndito esta algarabía de clavos.

Me dejé las manos cortando con esta especie de sierras, para comprobar, días más tarde, que tenía sierras grandes y consistentes en el garaje.

Bien, con todo este material me dispuse a intentar obrar el milagro. Hacer de lo inservible, lo útil, lo maravilloso, lo increíble. Sé que aún no confiáis en mí, pero seguid leyendo.

Me puse a cortar los listones, no sabía si prefería a diagonal o recto y lo hice de los dos. (Hubiera sido mejor recto, ya que es más fácil de cuadrar y de cortar. Eso lo aprende una con la práctica.)

Aquí está el resultado una vez cortados. El de la izquierda está lijado y el otro no, para que comprobéis la delicada y fina maniobra para que el resultado quede perfecto.

Después de tener los listones cortados a medida a mi gusto, procedo a clavar clavos. Oye, algo que parecía lo más fácil de todo esto se tornó lo más complicado. Una de las maderas era más dura y no os hacéis una idea de lo que costaba meter bien el clavito. 

Entonces, con los clavos medio clavados los apretaba un pelín (no muy fuerte, no vaya a ser que la estuviera cagando) dejando los 0.5 mm para el cristal. 

Ahora mismo estáis impresionados de mi inventiva. Tomaos un respiro para seguir leyendo. Lo que ocurrió a continuación no estaba previsto de ninguna manera. Y es que el cristal no entraba en el agujero del todo, entraba casi pero no todo, por lo que un lado apoyaba en mi magnífico e inventivo soporte y en el otro no, haciéndolo inestable y hasta casi peligroso.

Mi madre alucinaba con mi obra: "¿Pero cómo es esto? ¿Antes el cristal era demasiado pequeño y ahora me dices que es demasiado grande?", pues así es la paradoja de la vida...

Por un lado quedaba bien metido, tal y como era la intención... Obsérvese, además, la perfección de las medidas de los listones, casi casi se rozan.


Mientras que por el otro se quedaba por fuera...


Al verlo, mi madre, entendió lo que había pasado, y decidimos tras largas negociaciones que ya que era imposible que entrara del todo, que se quedara todo por fuera, o sea que los listones se quedaran al rás del soporte de la mesa. Tal que así:

Volví, con el mayor mimo, a colocar los listones de manera para que quedara a la misma altura. Veis que los clavos no están metidos del todo, mi madre hizo especial énfasis en que no hacía falta meterlos del todo, en que si cuando quitara eso iban a quedar marcas... ¿Quitar? ¿Para qué? En fin, quién entiende a las madres...

¿Resultado? Todo el espejo ha quedado más o menos estable y subido, así:



Bueno, no puedo decir que esté 100 % orgullosa de mi resultado (si así fuera, ahora mismo esa mesa no estaría tapada con un mantel opaco) pero la verdad es que me hizo sentir bien (tengo perroterapia, huertoterapia y ahora bricoterapia). No descarto nuevas hazañas en un futuro... ¡Permaneced atentos!

ACTUALIZACIÓN: Un mes después mi madre había comprado un frío cristal a la medida adecuada...


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